Por unas cosas u otras, el caso es que seguimos lamentando los asesinatos de mujeres por parte de sus maridos o exmaridos que tienen lugar fundamentalmente entre población española, parejas con hijos, mayores de 35 años, que los asesinos se suicidan o lo intentan y en cualquier lugar de la geografía de este país.
Sin embargo, últimamente, la mujer está siendo protagonista para los hombres como sujeto penal, como posible delincuente y asesina. Para esos hombres que legislan, el ministro de Justicia y el presidente de la conferencia episcopal española. A ninguno de los dos se les oye, tan emocionado, hablar de las mujeres como víctimas de violencia de género. Este hecho refleja el machismo que representan ambas instituciones y que transmiten alegremente a la sociedad, en un caso desde la ideología neoconservadora y en el otro, desde hace siglos, desde la conciencia religiosa.
Tal vez, cuando el jefe de la iglesia y el ministro de Justicia hablen apasionadamente de la violencia de género empiecen a cambiar las cosas en este grave asunto. Aunque mucho nos tememos de que esta circunstancia no se va a dar nunca y eso que han tenido tiempo, siglos en un caso, y oportunidades para hacerlo. Sin ir más lejos el pasado día 24 cuando se produjo en Madrid el último de los asesinatos a una mujer.
Culpar para salvar, condenar para salvar. Es curioso el discurso que en nombre de la vida calla ante la violencia de género y reclama ante la maternidad. La mujer como reproductora para garantizar una sociedad machista está bien protegida por la administración y la religión, sin embargo la mujer como ciudadana, como persona igual que el hombre no lo está.
CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO: TOLERANCIA CERO
ÁREA DE LA MUJER DE IZQUIERDA UNIDA DE CUENCA