El característico sentido del humor de Tamariz estará como siempre presente en la función, aunando en el espectador el asombro y la risa, tan necesarios en estos tiempos que corren. Además, estará acompañado por la maga colombiana Consuelo Lorgia, quien asombrará al público con sus dotes telepáticas.
Ver lo que no es
Por todos es sabido que el ilusionismo es un efecto que “engaña” a los sentidos de los espectadores, haciendo ver a éstos lo que no es; lo que no se conoce tan bien son los medios de los que se vale el mago para conseguir esa emoción mágica, ese misterio que sorprende una y otra vez al público.
Y aunque es creencia corriente que lo primordial es la habilidad manual y digital del artista, y el uso de aparatos trucados, son mucho más importantes la psicología, el ingenio creativo y, por supuesto, la personalidad en la presentación. Algo en lo que Juan Tamariz es, sin duda alguna, un maestro.
Una larga carrera a sus espaldas
Andaluz nacido en Madrid, Juan Tamariz ha presentado sus muchos espectáculos no solamente en España, sino también en un buen número de escenarios internacionales como los de Nueva York, Chicago, Los Ángeles, París, Londres, Ámsterdam, Praga, Tokio, El Cairo, Buenos Aires o Santiago de Chile, entre otros. Incluso se han emitido algunas de sus actuaciones en cadenas de televisión como la estadounidense NBC, la japonesa NHK, la inglesa JTV o la francesa RTF-1.
Además, combina conferencias para magos de Europa y América con charlas culturales sobre historia de la magia para públicos amateur, y como estudioso del género ha escrito varios libros técnicos de magia, traducidos algunos al francés, al inglés y al alemán; una Historia de la Magia en tres volúmenes; y un Curso de Magia que cuenta con varias ediciones en España y Sudamérica.
Tamariz ha recibido asimismo varios premios de importancia, como el de Mago del Año en Estados Unidos (Los Ángeles, 1993), el Gran Premio de Magia Profesional (Washington, 1993), el Madrake de Oro (París, 1991) o el de Campeón del Mundo de Cartomagia (París, 1973).
A pesar de todo, el propio Juan Tamariz asegura que todo ello no tiene la menor importancia puesto que “amo apasionadamente la magia y trato de transmitirla con alegría”; eso es, para él, lo primordial.