El Campus Madrid Sur de la
UNED organizó la conferencia de
María Lara Martínez sobre Juana I para clausurar el curso 2024/25 de la UNED Senior. Esther Asedegbega, coordinadora del Centro Asociado de la UNED en Aranjuez, presentó a María.
Los alumnos pudieron asistir presencialmente y por videoconferencia a la clase magistral que la Profesora María Lara impartió desde el Edificio Isabel de Farnesio, disfrutando de la reivindicación de la defensa de la dignidad de Juana, eje principal del libro Juana I, la reina cuerda.
Una soberana ninguneada por los hombres de su familia: su padre, Fernando, su esposo, Felipe, y su hijo Carlos. No así por su nieto, Felipe II, a quien María Lara trata indulgentemente porque se portó bien con su abuela.
Precisamente, fue Felipe II quien, a orillas del río Tajo y del río Jarama, empezó la construcción del Real Sitio en este enclave madrileño, tan vinculado a la Orden de Santiago, ya que desde los siglos XI y XII tenían varios palacios allí.
Cuando la reina Isabel la Católica asume para ella y sus herederos el título de gran maestre de la orden, todos los territorios de Aranjuez quedan unidos a la corona. El hijo de Juana, Carlos, quiso transformar Aranjuez en una villa de campo al estilo italiano, pero su nieto, Felipe II, comenzó la construcción del gran Palacio Real sobre la antigua Casa Maestral de la Orden de Santiago para disfrutar de la primavera, a medio camino entre Madrid y Toledo.
Hasta entonces su vida se veía supeditada a la corte. cercano al río y rodeado de cultivos, era el lugar perfecto para que la corte huyera del calor. Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera serían los arquitectos, pero además de al arte, se prestó atención a la agricultura en las Vegas de Madrid y así se introdujeron muchos cultivos procedentes de América. Los Borbones, a partir de Felipe V volverían a dar un impulso a Aranjuez, sobre todo Fernando VI, quien convirtió el emplazamiento de ocio de la corte en ciudad.
Juana I, siendo la reina, desde su encierro en Tordesillas, impuesto por Fernando el Católico, se perdió -en contra de su voluntad, nadie le preguntaba su opinión-, tantas glorias de esa España de la que ella era reina, en la que jamás se ponía el Sol.