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Beatmac: “Creo que todo el mundo debería estudiar teatro y música, es lo que nos hace personas más virtuosas”
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Beatmac: “Creo que todo el mundo debería estudiar teatro y música, es lo que nos hace personas más virtuosas”

domingo 22 de julio de 2018, 14:28h

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Raúl Beatmac (Madrid, 1980) es un actor y músico conocido por sus habilidades de improvisación, sus vídeos cómicos y su habilidad con las técnicas del beatbox y live looping, habilidad que hizo que Matías Prats le pusiera en un telediario el sobrenombre de 'El Hombre Orquesta del siglo XXI'. Imparte clases en su testaro en Madrid y estará en las II Jornadas Nacionales de Formación Escénica Cuenca a Escena, que se celebrarán del 5 al 8 de septiembre, para dar un taller de Improvisación Teatro-Musical.

Sus primeros pasos profesionales los da en el mundo de la música.

Yo empecé estudiando música desde los once años, armonía y solfeo a través de la guitarra. Desde muy jovencito comencé a trabajar con bandas de jazz en Madrid primero y luego en Inglaterra y Hungría. Hasta que una compañía de teatro me contrató como músico y comencé a actuar con ellos, con 18 o 19 años, hasta que fui parte del elenco sin haber estudiado teatro en mi vida. Hacía obras de teatro de calle con una compañía llamada Saltatium. Después empecé a tomar cursos, hice improvisación, clown, método... A mí lo que me funciona y lo que veo que a la gente le funciona es el teatro llevado desde el juego y el placer, divertirte absolutamente con todo lo que haces, aunque sea una escena dramática. Es algo que te conecta mucho con tu compañero de escena y con el público. Es una mirada más interna. A mí me funciona y es con lo que trabajamos.

¿La experiencia musical le sirvió de utilidad a la hora de entrar en el mundo del teatro?

No sabría decir... Como entré en el teatro desde la música, como guitarrista, no sé si me ha facilitado mi carrera como actor. Bueno, quizás algunas cosas sí. Por ejemplo, al trabajar una escena para mí son importantes cosas como la energía y el ritmo, que se comparten por la música. Una bailarina me dijo una vez que no sabía en qué momento se separaban las disciplinas del teatro y la danza. Hay algo que interrelaciona todo esto y creo que en las escuelas no ponen mucho énfasis en ello, sobre todo en el ritmo. Y a mí me parece fundamental. Lo vi cuando viví en Argentina, allí se consideraba fundamental y aquí en España adolece un poco. A veces notas en un actor que sí, que el 'acting' muy bien, pero que no tiene ritmo. Quizás para eso sí que me ha ayudado la música.

Estudió Periodismo. ¿Le ha valido para algo?

Creo que a un actor todas las experiencias vividas le van a ayudar a la hora de preparar un personaje. No sé si el periodismo me ha ayudado especialmente, pero todo lo que se vaya aprendiendo, bienvenido sea. No me arrepiento de nada de lo que he estudiado, me sirva para lo que estoy haciendo ahora o no. De lo que sí que me he dado cuenta es que la vida no la llevas tú, es ella la que te lleva. Es por eso por lo que me encanta la improvisación, no tener control de nada y saber que eso además es superpositivo; cometer errores y que esos errores sean oportunidades maravillosas para crear y para hacer otras cosas, es como entiendo la improvisación y el trabajo que yo hago y lo que intento enseñar. En improvisación hay gente que dice que no existe el error y tiene bastante lógica, porque si no hay una partitura no te puedes equivocar y si no hay guion no puedes hacer una escena mal. Pero en el caso de que existieran los errores serían oportunidades para crear y eso te quita una responsabilidad y un peso, te da seguridad. Creo que es algo que todos los actores deberían trabajar en algún momento.

Lo que sí que le ha servido para ganar notoriedad es su habilidad en el 'live looping', con apariciones televisivas en los informativos de Antena 3 de Matías Prats y también en la radio, en el programa Carne Cruda...

¡Yo era superfan de Carne Cruda! Un día me llamó Javier Crudo para que tocara allí y recuerdo que estaba poniendo las máquinas y que me iban a entrevistar al final del programa; pero según estoy terminando de colocar todo, 20 segundos antes de empezar, me dice que en lugar de empezar el programa con la sintonía iba a empezar conmigo tocando. ¡De repente hice una sintonía del programa Carne Cruda!

¿En qué otros medios ha actuado?

Estoy muy agradecido a la proyección que la música y el live looping me ha dado. He estado tocando en Las Noticias de Antena 3, en el Palacio de Congresos para los premios José María Forqué, en Gran Hermano... He estado dos años en el Sonar y en festivales de Inglaterra y Brasil gracias a esto. Y otra cosa que me ha dado el live looping es investigar sobre otras técnicas de improvisación.

¿Qué le ha aportado en el plano formativo?

Cuando haces live looping en directo tienes que pensar en varios instrumentos a la vez y eso me ha ayudado mucho a hora de trabajar con coros. Cuando uno piensa en una canción siempre canta la melodía, no el bajo. Eso me ha enseñado a escuchar una canción y pensar en otras cosas. Y luego en la orquestación de improvisaciones me ha enseñado a pensar en el 'loop', en la repetición, que es en lo que se basa el 'soundlooping' con el que hemos trabajado en varios países de latinoamericana y con el que trabajaremos en el taller que proponemos en Cuenca.

¿Cómo terminó en Sudamérica?

Me fui a una gira por Latinoamérica, tocando y haciendo talleres, similares en muchas cosas al que propongo en Cuenca. Tenía el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, que me aprobó un proyecto de investigación sobre orquestación e improvisaciones. Trabajaba con gente que no tenía experiencia en teatro o música y mi propuesta era una técnica para crear rápidamente, desde la improvisación, una obra teatral y musical. Fue muy bien, trabajé con gente de todo tipo: actores, músicos, profesores, amas de casa, abogados... Al final de la gira me enamoré de una chica en Argentina y me quedé allí. Abandoné una gira, que es lo más poco profesional que he hecho en mi vida; pero lo hice por amor, una de esas cosas raras que crees que no pasan pero me pasó. Me quedé viviendo allí durante un tiempo.

¿Es en Sudamérica donde adquiere su experiencia como formador?

En Madrid ya había dado clases de improvisación teatral musical, hace ya unos diez años. Comencé dando clases a un músico amigo mío. Era un musicazo que me da mil vueltas pero que tenía dificultades para improvisar. Comencé a proponerle una serie de ejercicios, experimentando porque yo nunca me había dedicado antes a eso. Y empecé a probar cosas desde el teatro, porque me di cuenta de que lo que le faltaba a este músico no eran conocimientos musicales sino que tenía ciertos bloqueos relacionados con la inseguridad y el miedo al vacío, al papel en blanco, cosas que a través del teatro se podían mejorar. A partir de ahí comencé a trabajar con más músicos y después con todo tipo de gente, enseñando a improvisar teatro y música. Pero es verdad que en Latinoamérica es donde empecé a dedicarme a esto a tiempo completo y descubrí que podía ayudar a la gente para que no se juzgue, que pueda jugar más y escuchar más, a tener más concentración e imaginación...Todas esas cosas son fundamentales a la hora de crear una escena. Yo trabajo desde la escucha, el placer, el rebote, la imaginación, la oportunidad...

¿Cuándo abre su escuela?

En Latinoamérica creamos la compañía Músical Impro la actriz Sauce Ena y yo. Era una alumna que se apuntó a un curso que hice en Montevideo, le gustó la propuesta y vino con algunas ideas geniales y empezamos a formar una compañía. No solamente era enseñar, creábamos obras de teatro y música desde esta técnica con actores y músicos de Buenos Aires. Fue en el 2013.

¿Y cuando vuelve a Madrid abre su teatro?

Al principio alquilaba salas y desde hace un año tengo un espacio maravilloso en Alejandro Morán, 10 en el barrio de Carabanchel. Allí creamos, producimos, jugamos... Para mí todo sigue siendo un juego y cuando deje de serlo a lo mejor me dedico al periodismo o a otra cosa. Creo que es una ventaja saber que para mí esto sigue siendo un hobby, que esto no es un trabajo. Tengo compañeros que se dedican profesionalmente a esto y hay otros que, de tanto dedicarse, han perdido un poco la emoción. En el arte se trabaja con el músculo de la emoción, de los sentimientos. No es algo racional y quien quiera hacerlo racional se equivoca completamente. Cuando se pierde eso... Lo he visto en musicazos y actorazos con una técnica maravillosa pero que desaparecen de la escena por esas cosas. Por eso para mí es muy importante que haya muchísimo placer en todo lo que se hace en escena.

¿Cómo empezó a hacer esos vídeos humorísticos?

Yo siempre he sido muy payaso, cuando me hacían entrevistas en los medios ya hacía muchas chorradas. Un día hice un vídeo que era una especie de tutorial para actores de cómo llorar, en el que acabo dándome hostias (sic) en la cara. Eso empezó a hacerse viral. Me hacía mucha gracia la idea de provocar. ¡El hecho de que alguien se meta a Youtube para aprender a llorar ya me hacía gracia! Así conocí a los 'haters'. Hice uno que se hizo más viral todavía, en el que mi madre me echaba la bronca. Y luego hice uno sobre un torero con el que recibí varias amenazas de muerte en Facebook. Yo no sentí miedo en ningún momento, me daba risa. ¡De vez en cuando hago algún vídeo, pero para echar unas risas, porque me divierte actuar y ver las reacciones!

¿Para quién se dirigirá su curso en Cuenca?

Yo intento adaptarme a la gente que tengo en la clase y este curso en Cuenca está enfocado para todos los públicos, por lo que no hace falta tener experiencia en teatro. ¡Nunca hizo falta tener experiencia para hacer teatro y música! El cuerpo no es patrimonio de los actores y bailarines y la voz no es exclusiva de los cantantes. Todos tenemos una voz y podemos cantar, todos tenemos un cuerpo y podemos moverlo. Y todos tenemos una capacidad de escuchar, de imaginar, de concentrarnos... Eso no es exclusivo de un actor. Acabo de preestrenar una obra en la que he trabajado mucho con bailarines que no habían tenido experiencia en el teatro. ¡Y ha sido una pasada trabajar con ellos! Es porque se apuntaban al teatro porque les gustaba, he visto actuaciones magistrales de gente que no tenía nada de experiencia: orgánicas, perfectas, con una luz increíble... La técnica siempre ayudará a poner las cosas en práctica pero la música y el teatro no son técnica, son emoción.

¿Le sorprendió la llamada de las Jornadas Cuenca a Escena?

¡Me sorprendió y me encantó! Creo que están haciendo un trabajo genial, me encanta la idea de que se hagan este tipo de jornadas de promoción de las artes. Yo siempre digo que a mí el teatro y la música me han salvado la vida, no laboral sino personalmente. Sinceramente, creo que todo el mundo debería estudiar teatro y música, es lo que nos hace personas más virtuosas y más preparadas para tener una educación emocional que en mi vida prácticamente no existió. ¡No recuerdo que en el colegio me enseñaran educación emocional en la vida y tengo 37 años! No sabía lo que era hasta que empecé a estudiar teatro y me parecen genial estas jornadas. Estoy feliz de participar, me parece que Cuenca es un lugar perfecto para hacer una cosa así. Estoy ilusionado y con muchas ganas.

Si tiene algo más que añadir...

Hay que aclarar que el que sea un curso para todos los públicos no quiere decir que sea un curso amateur. Es un curso serio y profundo. Pero aunque sea serio será divertido y muy juguetón. Vamos a crear cosas interesantes, profesionales, vamos a ver un vínculo entre la música y el teatro al que por lo general no estamos acostumbrados.

Raúl Betmac es uno de los profesores de las II Jornadas Nacionales de Formación Escénica Cuenca a Escena, que se celebrarán en Cuenca del 5 al 8 de septiembre. Para obtener más información sobre el resto de cursos y la matrícula puede visitar la página de Facebook de Cuenca a Escena.

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