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A la procesionaria no le asusta el frío

A la procesionaria no le asusta el frío

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
martes 19 de enero de 2021, 00:32h

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La borrasca Filomena, tras su paso por España, ha provocado una ola de frío -con temperaturas mínimas de récord por debajo de los 20 grados bajo cero e, incluso 25 grados bajo cero en algunas comunidades- y nieve -se han registrado más de 40 cm de espesor-, a la que no han resistido muchos de los árboles que oxigenan el país, pero sí una de sus especies habitantes más comunes, la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa). Esta plaga, aunque es de tipo estacional y se da principalmente en primavera, en invierno permanece en los característicos bolsones y no se frena con el frío, pudiendo resistir temperaturas hasta los -12º. Desde su nacimiento comienzan a alimentarse de los pinos, provocando la caída masiva de las acículas.

Recomendaciones y precauciones

La procesionaria del pino tiene efectos importantes en personas y en animales. Los pequeños pelos con los que están recubiertas las orugas -500.000 tricomas por cada ejemplar- pueden producir alergias, problemas respiratorios e irritación de la piel en forma de sarpullido o erupciones. Por ello, los expertos de Rentokil Initial recomiendan seguir una serie de indicaciones para evitar poner en riesgo la salud:

  • Evitar las zonas afectadas.
  • Evitar cualquier contacto físico, no sólo con las orugas procesionarias del pino, sino también con sus nidos (bolsones), o con los árboles afectados por esta plaga.
  • Proteger las zonas expuestas, especialmente la cara, los ojos y el cuello, los brazos, el torso y las piernas.

Además, en el caso de las mascotas, esta plaga es especialmente hiriente en los perros, ya que pueden generar necrosis en los tejidos de la garganta y la boca, así como reacciones anafilácticas que les pueden causar la muerte si no son tratadas a tiempo.

Ciclo biológico de la procesionaria del pino

La procesionaria del pino cuenta con cinco estadios larvarios (fase oruga) hasta que se transforman en crisálidas, de las que después emergen las mariposas adultas.

El ciclo reproductor y las tres primeras fases larvarias comienzan en verano y se prolongan hasta principios de diciembre. En otoño, la oruga procesionaria inicia su etapa de desarrollo y se prepara para la llegada del invierno construyendo los bolsones (nidos de seda) que le servirán de refugio. Esta fase, en la que nos encontramos ahora, es muy variable y su duración depende de la zona en la que se encuentre la plaga -1 mes en zonas cálidas y hasta 3 meses, todo el invierno, en zonas más frías.

La muda al quinto estadio se realiza al comienzo de la primavera. Este último estadio se caracteriza por una intensa alimentación- pueden llegar a defoliar completamente los pinos. Este periodo, a lo largo de la primavera, acaba con el abandono del nido y del árbol por parte de las orugas ya maduras, que bajan por los troncos en “procesión” y van buscando zonas adecuadas para su enterramiento-en los bordes o claros de los bosques.

Tratamientos y medidas

Para controlar la población de oruga procesionaria es necesario tomar medidas durante todo el año, y en función del estadio del ciclo biológico en el que se encuentren, aplicar el tratamiento más adecuado. Ante cualquier indicio de una posible infestación por orugas -por la presencia de bolsones blancos de seda en los árboles- se debe recurrir a expertos profesionales y nunca tocar los nidos o aplicar remedios caseros.

Rentokil Initial realiza distintos tratamientos, entre los que destacan:

  • Endoterapia en los pinos, cuyo momento idóneo de aplicación es durante las fases intermedias de otoño e invierno, cuando las orugas comienzas a alimentarse de las acículas de los árboles.
  • Trampas con feromonas, especialmente en verano, con el objetivo de capturar a ejemplares machos y cortar el ciclo reproductivo.
  • Trampas físicas, a finales del invierno e inicio de la primavera, justo en el momento que comienzan su descenso a la tierra.
  • Destrucción directa de los bolsones.

En estos tratamientos, con un bajo impacto ambiental, no suponen un riesgo para la salud de las personas y los animales, ni perjudican a los pinos u otros árboles.

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