Nos ahorran combustible por los desplazamientos que deberíamos hacer y en ocasiones también dinero ya que podemos comparar diferentes ofertas según el vendedor y elegir la mejor relación calidad-precio. En el caso mencionado de los casinos, podemos jugar con o sin dinero, practicar de manera gratuita hasta tener claro que estamos preparados para participar en campeonatos, y si jugamos con dinero, retirar el premio con diferentes métodos de pago, ya que sitios como William Hill se integran con las diferentes bancas online. Pero lo mejor de todo es que estas comodidades ya no se limitan a realizar operaciones desde casa; lo realmente interesante, ahora, es que podemos llevárnoslo todo incluso de vacaciones, porque las apps móviles nos permiten eso y mucho más.
Pedir cita para el médico, escribir una partitura y poder escucharla al instante, monitorizar nuestras constantes vitales, son otras de las funciones en las que el dinero no interviene pero que también hemos terminado por digitalizar. La cuestión es que, a veces, y de hecho la mayoría, el precio que pagamos por estas comodidades deja de un lado el factor dinero para pedirnos algo que para otros es incluso más preciado: la privacidad. ¿Cuál es tu límite?