En las obras de acondicionamiento de la próxima sala de exposiciones del Museo de Cuenca, situado en la calle Princesa Zaída, 6, se ha construido una rampa de acceso al local que ocupa la acera. No es nada nuevo en esa finca, pues la puerta de entra al edificio de viviendas tenía ya de antes la suya, también sobre el dominio público. En un entorno de cincuenta metros podemos contar, al menos, otras cinco más.
Seguro que es más barato sacara a la calle los accesos para discapacitados que no pueden subir escalones -que se merecen todo nuestro apoyo-, que incorporarlos en el interior de los edificios. Pero esto no es razón para invadir espacios peatonales.
Hay, además, otro colectivo de discapacitados, frecuentemente olvidado, a los que se les añaden barreras arquitectónicas: el de los ciegos. Para ellos, su refencia más importante son las fachadas de los edificios y si las llenamos de obstáculos les hacemos más complicado el tránsito.
No creo que haya ordenanza urbanística que permita esta ocupación privativa del dominio público. Y me parece aún más grave que las autoridades públicas la toleren o, incluso, la practiquen.
J.E.C.
Si (
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