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Sin toreros no hay toros

Por Redacción
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viernes 31 de mayo de 2013, 08:13h

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En México se ha celebrado el Certamen Nacional de Cartón: Toros Sí, Toreros No, un concurso de caricatura que, como su nombre lo indica, tiene el objetivo de acabar con la fiesta brava: «Acción, sin precedentes, como parte de una estrategia de divulgación, difusión, presión, y apoyo a la iniciativa por la abolición de las corridas de toros», dicen los organizadores en su página de Facebook. Luego agregan: «La pluma es más fuerte que la espada: ¡envía tu cartón, y acabemos con la barbarie!». En efecto, durante la batalla ideológica, la difamación a veces es más fuerte que la espada.

Varios dibujantes, de edades muy variadas (a juzgar por lo pueril de algunos dibujos, ya no digamos los planteamientos), han respondido al llamado del concurso, la mayoría con caricaturas en las cuales se invierten los papeles de las corridas: así, vemos a un toro con la capacidad de levantarse sobre sus patas traseras, que se burla del matador mientras desempeña el rol de torero; mientras tanto, el torero hace las veces de toro, de rodillas en la arena, a punto de ser ultimado. El castigo supremo para el torero en muchas fantasías consiste en convertirlo en blanco de las humillaciones que tiene que sufrir el toro en el ruedo, parecen creer los dibujantes.

 

Hay escenas de toreros decapitados, que sirven de adorno en un salón. Otro de los dibujantes no se anda por las ramas y de golpe nos muestra a un toro, de nuevo humanizado y vestido con armadura, todo ello mientras empala y apuñala a un torero, ya ven que la épica está de moda. Y no es el único: al fondo podemos apreciar a otros toreros empalados. Excelente, todo muy de acuerdo con otro de los objetivos del certamen: «infundir hasta el núcleo mismo de nuestros hogares los valores de derecho, de equidad, de justicia y de compasión que serán los fundamentos que nos permitan erigir un mundo libre de crueldad y de especismo». Libre de crueldad, dicen. Ya quiero ver quién gana, si el dibujo de los empalamientos o el de las decapitaciones. Propongo ex aequo.

En otros dibujos, una mujer maltrecha, víctima de la violencia de género, es interrogada por un toro que, algo muy apropiado para la ocasión, ahora tiene senos: «¿a ti también te dice que es una tradición?», dice el toro con senos. Las palabras son las recurrentes en estos casos: el torero es un asesino, un sádico. Como muestra, otro de los cartones, que muestra a la Muerte, con su atuendo habitual de capucha negra y guadaña, al momento de acariciar con su mano huesuda y letal a un toro de lidia, al parecer muerto en su regazo. Al lado, un torero levanta la mano ensangrentada, triunfal. Y debajo, la leyenda: «La MUERTE Siempre es Justa. Un ASESINO Jamás lo Será».

Bueno, señores dibujantes, defensores de la justicia y de la compasión, la verdad es que ustedes podrán decir misa, pero sin toreros no hay toros. El toro de lidia que defienden en sus dibujos no corre en libertad por el campo, libre y soberano, sino que es el producto de la crianza de los ganaderos, quienes lo aprecian por su bravura. Para que el toro llegue hasta las plazas es necesario un largo proceso y una inversión cuantiosa, porque el toro crece en las dehesas, de manera parecida a como ocurre con el cerdo del cual se obtiene el jamón de jabugo. Ah, es que la carne tampoco les gusta, como veremos.

El toro de lidia precisa de grandes espacios, no lo pueden tener ustedes en el jardín, como si fuera un perro Chihuahua. Por lo tanto, solamente bajo la protección de los ganaderos y gracias a la bonanza de los empresarios taurinos puede prosperar el toro bravo, como también se le conoce. Por lo tanto, sin toreros no hay toros, lo cual se ha dicho en muchas ocasiones. Pero ustedes no escuchan.

Al toro bravo no se le cría para la producción de carne porque no es esa la razón de su existencia. No sería costeable. Para eso está el ganado Charolais o Hereford, por ejemplo, dos tipos de ganado que simplemente no existirían si nos dejáramos llevar por las reivindicaciones de los simpatizantes del Certamen Nacional de Cartón: Toros Sí, Toreros No, quienes en la mencionada página de Facebook reivindican el veganismo y otras prácticas burguesas. Comer mal es de gente civilizada.

«Que se extinga el toro de lidia, de cualquier forma seguirán existiendo los toros. Es como si se extinguiera el french poodle, no se extinguirán los perros», me dice uno de los críticos de la fiesta brava. Contradicción flagrante, porque defiende al toro genérico y al perro del imaginario, pero no al toro concreto. ¿A quién nos referimos, al toro bravo, al cabestro, al toro de los Toros de Chicago?

La fiesta brava no tiene que gustarnos, de ahí que nadie nos obligue a ir hasta las plazas a gritar: ¡ole, ole! Sin embargo, si los animalistas fueran honestos, aceptarían con humildad que la fiesta brava es el baluarte de los toros de lidia, su garantía. Les propongo un cambio de título para la siguiente edición de su certamen: «Por la extinción del toro de lidia y el ascenso del toro primigenio».

 

Manuel Llanes

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