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Cosas que pasaron en Cuenca un 17 de junio

Cosas que pasaron en Cuenca un 17 de junio

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 17 de junio de 2013, 11:01h

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En el plácido discurrir del calendario se producen en ocasiones circunstancias de difícil explicación. Haría falta la capacidad visionaria de uno de los antiguos oráculos griegos o la más cotidiana, aunque poco fiable, de las pitonisas que hoy, a través de cualquiera de esos sorprendentes canales de TV que pueblan las noches y entretienen a los somnolientos se atreven a adivinar a distancia el porvenir de los incrédulos seres humanos. Pero en este caso no se trata de predecir el futuro, sino de explicar el pasado. La respuesta, quizá, esté en las estrellas, en la conjunción astral que a juicio, también de muchos, explica no solo el devenir de las personas (que eso es el horóscopo) sino el de las propias colectividades humanas. Habría que saber estudiar la posición del sol, situado ahora ya a punto de colocarse en el solsticio de verano y cómo en relación a él se alinean los planetas y demás cuerpos celestiales para comprender por qué en 17 de junio pasaron en Cuenca tantas, tantísimas cosas de interés, o al menos, de curiosidad. Entre ellas –y son docenas- vamos a extraer unas cuantas que parecen de singular importancia.

 

Para no remontarnos a un pasado que ocupa varios siglos antes de llegar a épocas más recientes y centrándonos en los dos últimos, podemos encontrar, entre un variopinto y bien nutrido repertorio, que tal día como el de hoy, pero de 1808, el mariscal Moncey abandonaba la ciudad, al frente de sus tropas, para continuar camino hacia el que había sido su principal objetivo, Valencia. Pero ya que iba de acá para allá el ejército napoleónico tuvo la feliz idea de entrar en Cuenca, en la que sería la primera de las veinte invasiones sufridas por la ciudad durante la guerra de la Independencia, pero en este caso fue una visita cordial, sin especiales contratiempos. Incluso el mariscal proporcionó elegantemente sus tropas para rendir honores y cubrir la carrera de la espléndida custodia de Becerril, en su salida procesional a las calles el día del Corpus. Bien lejos estaban los conquenses de saber que ese era el último día en que podrían ver completa, tal cual, la magnífica custodia, pues el siguiente en venir, el general Caulincourt, queriendo aprovecharse de ella para vender la plata, la destruyó por completo y ahí acabó la historia del espectacular monumento religioso.

Otro 17 de junio, pero de 1876, murió el gran Fermín Caballero, sin duda uno de los más ilustres personajes nacidos en Cuenca, de polifacética personalidad intelectual sin renunciar en ningún momento a sus raíces provinciales,pues ocupando puestos de enorme importancia nacional (alcalde de Madrid, dos veces ministro de la Gobernación, académico de la Historia y de la Real de la Lengua), encontró tiempo para dedicar a su tierra natal un considerable trabajo de investigación y difusión, con obras que deberían formar parte esencial de cualquier biblioteca conquense. Profesor de Geografía y Cronología en la universidad madrileña, formó parte de las comisiones de geógrafos, administrativistas y políticos que organizaron la definitiva (y actual) división territorial de España. A lo que se unió una prolífica actividad como periodista y escritor. Liberal convencido y ejerciente, sufrió los desmanes de la época absolutista de Fernando VII, incluso con periodos de exilio. En su pueblo natal, Barajas de Melo, construyó unas escuelas modélicas, regaló la fuente de la plaza mayor y dio forma a su finca El Cerro. Sin embargo, permaneció vinculado a la corte, pues el 8 de noviembre de 1863 fue nombrado Senador del Reino y allí, en Madrid, murió un 17 de junio, siendo enterrado en el panteón de hombres ilustres de la capital.

Era también 17 de junio, pero de 1882, cuando en las Casas Consistoriales de Cuenca se llevó a cabo la subasta pública para la construcción del nuevo puente del Chantre, adjudicándose las obras a Vidal Álvarez, en 17.295 pesetas. Si, leemos bien, el puente del Chantre, el mismo que ahora vuelve a estar ruinoso, sin que se vea en el horizonte mucha perspectiva de que alguien, seguramente por algo más de 17.000 pesetas acuda a repararlo y devolverle su hermosa presencia en un paraje singular, en el que permanece incólume el nombre del chantre Nuño Álvarez Osorio, por cuya iniciativa y dinero se construyó el primitivo puente, en el siglo XV, para facilitar la comunicación de los pueblos de la Sierra con la capital provincial.

Otro 17 de junio, de 1898, la Comisión Provincial (organismo rector de la Diputación Provincial) acuerda trasladar la capital del municipio de Moya a la que entonces era su aldea, Santo Domingo de Moya, dando así conformidad a un hecho cierto: el constante despoblamiento de la antigua hermosísima villa, cabeza de un poderoso marquesado, que desde su atreviso castillo dominaba todo el valle circundante. La vida moderna, con sus necesidades, había actuado de manera implacable y Moya era ya entonces un lugar en rapidísimo proceso de ruina, distribuyéndose la población entre las aldeas inmediatas, singularmente la de Santo Domingo, situada a los pies del histórico recinto.

Entrando ya en el siglo XX llegamos al año 1926 para encontrar el 17 de junio el momento del nacimiento en Iniesta de un niño llamado Manuel Jiménez, que será conocido en el mundo de los toros como Chicuelo II. Debutó en 1943 como sobresaliente en una novillada celebrada en Las Pedroñeras, el mismo lugar en que se inició como novillero dos años después. Recorrió de manera muy rápida y triunfal el camino para llegar al escalón superior de la tauromaquia, consiguiendo la alternativa en Valencia en 1953 y al año siguiente, el 6 de septiembre de 1954, se presentó por primera vez en la plaza de Cuenca, alternando con Bienvenida y Manolo Vázquez, en una tarde memorable en que el conquense fue el gran triunfador, cortando cuatro orejas y dos rabos. Su carrera triunfal quedó bruscamente cortada el 20 de enero de 1960, al perecer, como sus compañeros de viaje, en un accidente aéreo en las costas de Jamaica.

Y para rematar el recorrido vamos a llegar a 1973, para encontrar que el 17 de junio hizo su entrada en la diócesis de Cuenca y tomó posesión de la silla episcopal de San Julián, el nuevo prelado, José Guerra Campos, en un acto multitudinario que congregó a miles de personas en la Plaza Mayor y que presidió el cardenal primado, Marcelo González Martín, arzobispo de Toledo. Personaje polémico y conflictivo, alineado visceralmente con las posiciones más extremistas del conservadurismo no solo religioso sino político, Guerra Campos proporcionó a Cuenca un singular protagonismo porque desde su llegada (y muy especialmente tras la muerte de Franco y el establecimiento de la democracia parlamentaria) sus intervenciones, bien en forma de homilías, conferencias o escritos, sacudieron de manera repetida el ánimo de los españoles, preocupando a los de un signo y jaleando los ánimos de los otros. Había nacido en Ames, La Coruña, en 1920 y murió en Barcelona en 1997, un año después de haberse retirado de la diócesis de Cuenca.

 

José Luis MUÑOZ

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