www.cuencanews.es

No maldigas tu tierra

Por Redacción
x
localcuencanewses/5/5/16
viernes 03 de febrero de 2012, 23:58h

google+

Comentar

Imprimir

Enviar

Seguramente lo que más me ha sorprendido de la crisis ha sido descubrir que las instituciones políticas, todas, de derechas y de izquierdas, no tienen ningún tipo de control, ni interés, en el futuro. Eso, y lo ignorantes que hemos sido todos los ciudadanos al creer que estábamos en manos de personas honestas y previsoras. Resulta patente que se ha trabajado con un solo sentido, el de la oportunidad, que puede llegar a ser una gran virtud cuando se ejerce después de un meditado proceso de estudio, análisis y síntesis y que, cuando se convierte en el único eje de acción, llamamos, con razón, oportunismo. Nos levantamos un día de la cama con una deuda descomunal, horrísona, infumable, como si fuera de lo más natural que al abrir la puerta de tu casa puedas encontrarte con un Saturno-Mercado devorando todo el capital de los bancos y las empresas, las décadas de esfuerzo social, los empleos, las viviendas y las ilusiones de las gentes. Luego nos dijeron que la culpa era nuestra y que la íbamos a pagar. Nos han tratado primero como a niños a los que no les cuentan las cosas de los mayores y acto seguido como a los primos, que se les tima de modo que asuman además un grave complejo de culpabilidad. Lo sabemos y parecemos incapaces de hacer nada al respecto. Al menos, yo creo haber aprendido una cosa: estos tipos son irresponsables, no son de fiar, hay que supervisarlos y pedirles que aparte del mostrador de oportunidades se fijen bien en la sección de estudio y planificación a medio y largo plazo.

 

Cuando Roma quiso robarle a Cartago todas sus riquezas y anular su poderío comercial en el Mediterráneo, mandaron a Escipión para que tomara y destruyera la ciudad. En el año 146 antes de nuestra era cumplió vehemente con la misión encomendada: después de los incendios ordenó que se demolieran los edificios, se arrancaran los cimientos y un arado surcara los solares, las calles y las plazas durante 17 días para, a continuación, sembrarlo todo de sal. Los pobladores fueron vendidos como esclavos y se prohibió habitar en Cartago y en sus inmediaciones, incluso se intentó borrar su nombre de los libros de historia.

Diseñado para 60 años, el ATC serviría para albergar combustible nuclear gastado y residuos de alta actividad. Todos los técnicos del mundo reconocen que este tipo de  residuos son imposibles de tratar: emiten altas dosis de radiación y resultan peligrosos al menos durante 25.000 años. Peligrosos significa que pueden matar, mucho más rápidamente que el tabaco desde luego. Incluso en ciertos ATC europeos (La Hague, Francia y Sellafield, Reino Unido) que aún siguen bien custodiados y no han tenido pérdidas ni filtraciones, se han registrado aumentos significativos de leucemia infantil.

Cartago se mantuvo como un campo deshabitado durante 100 años. La sal se había diluido y una rica flora adornaba sus colinas. Julio César estableció una colonia con los veteranos licenciados que Octavio Augusto reforzó 20 años después con colonos civiles. Hoy, 2030 años después, todas las guías turísticas de Túnez incluyen una visita a las míticas ruinas de Cartago, tantas veces derruida y vuelta a levantar.

Cojan perspectiva. Estamos pasando una crisis, sí. Cuenca fue una rica provincia de ganaderos y de manufacturas textiles en paños en el siglo XVI, incluso fue la provincia líder en la producción de lentejas del mundo hasta bien avanzado el siglo XX. Hoy ostenta el privilegio de ser un eficaz productor de girasol y es la tercera provincia española con mayor superficie forestal (después de Cáceres y León). Y por supuesto, tenemos pan y tenemos queso, agricultura ecológica, turismo rural y gente con muchas ganas. Es verdad que necesitamos ideas y recursos para salir del bache pero no nos equivoquemos: puede decaer la trashumancia o pueden prohibirnos fabricar paños, pueden quemarnos los montes, ararlos y sembrarlos de sal, volverán a crecer, puede que lleguen incluso a esclavizarnos, camino llevan, pero nuestros hijos, o nuestros nietos, o los nietos de nuestros nietos encontrarán el modo de reconstruir Cuenca. Hipotecar el futuro de una tierra durante 25.000 años por 150 puestos de trabajo es un sacrificio absurdo y pueril. Hemos sido niños en manos de irresponsables, primos crédulos de promesas vacías. Por desgracia, no disponemos de una sociedad lo suficientemente estable como para custodiar esa bomba nuclear durante 250 siglos (no creo que exista en la tierra algo semejante). El 12 de febrero acudiré a Villar de Cañas a demostrar que sabemos hacer otras cosas que resignarnos a que nos arrojen la basura nuclear. No hay crisis bastante grande para maldecir para siempre el futuro de mi tierra.


Eduardo Soto

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios