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Aguirre acoge esta tarde la inauguración de la exposición “La Orilla” de Luisa Muñoz Vallejo
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Aguirre acoge esta tarde la inauguración de la exposición “La Orilla” de Luisa Muñoz Vallejo

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
jueves 11 de mayo de 2023, 16:31h

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Dentro del proyecto de “días de ARTE conquense” promovido desde la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cuenca, y coordinado por Carlos Codes, inauguramos el jueves 11 de mayo la exposición de Luisa Muñoz Vallejo, a partir de las 20h en el Centro Cultural Aguirre.

LA ORILLA

Sería prolijo, y por tanto innecesario, intentar hacer un recuento de mitologías, religiones o modelos de pensamiento que, bien como un límite firme o como una ambigüedad en que se alternan lo palpable y lo fabuloso, interpretan simbólicamente la orilla como una barrera entre lo vivo y lo inexistente. Sin embargo, aún perviven dentro de esta alegoría lecturas más inadvertidas y acaso más hondas y sugerentes. Por ejemplo, su condición de nexo de unión, de fortuita tierra de encuentro, entre dos razas humanas que rara vez se comprenden y menos aún concilian sus diferencias para acordar una conceptualización que los defina: el vitalista y el contemplativo.

Junto a la orilla, el vitalista se convierte en un animal que, en consecuencia, ya no es razón sino víscera. En cambio, el contemplativo interioriza y da sentido a lo que ve. Está lleno de serenidad al sentir cómo le rebosa el ojo y el oído una vida que, desde esa ribera del agua, no es lejanía sino inminencia. Es un centinela feliz.

Dar cuenta de esa dualidad requiere de una artista genuina. Como mi amiga María Luisa Muñoz. Que lo es no exclusivamente por obra del talento sino de la honestidad. Porque sabe, y además está dispuesta a reconocerlo, que crear es ser a la vez ser un ente” performativo” (es decir que no solo actúa, sino que es capaz de ejercer una transformación efectiva, que lo desdibuja y cambia, sobre lo experimentado y lo contemplado) y un “voyeur.

El símbolo de la orilla se ajusta a la perfección a las características de su visión artística. Porque, por esa citada ambivalencia, se expresa de manera más certera por medio de un hibridismo de artes (pintura, dibujo, fotografía) que por las limitaciones de una sola disciplina. Porque aspira al trazo impreciso en que lo figurativo es siempre una huella, un rastro que el espectador debe completar a solas con su imaginación, y por tanto le deja sentirse también creador y no espectador de realidades ofensivas de puro obvias. Porque su cromatismo, disperso en tantas gamas y matices, espontáneamente, se convierte en una energía generadora de sinestesias. Nos hace soñar que las impresiones sensoriales que conocemos no son limitadas, sino que podrían amplificarse en otra serie infinita de combinatorias imaginativas. Porque los referentes naturales que elige, tanto en lo botánico como en los zoológicos que se adivinan, comparten una sutileza que sin embargo deja transparentar tanto el vigor como todas esas piezas de relojería, minúscula pero exacta, que conforma lo vivo.

Disfruten, sin esa obligación autoimpuesta de “reconocer algo”, de esta maestra de la sugerencia, de los claroscuros en que en la emoción cala más porque está enraizada en los presagios y no en las confirmaciones rotundas. De quien sabe que la pintura, como también la poesía, retrata lo sensorial y lo fantasmal con la misma naturalidad con que habla de lo ajeno sin dejar de ser nunca lo individual y propio.

RAFAEL ESCOBAR SÁNCHEZ

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