Juan Ignacio Cantero de Julián pronunció anoche el Pregón de la Semana Santa de Cuenca 2025, destacando la fe y tradición nazarena. Su emotivo discurso, lleno de simbolismo, rindió homenaje a sus seres queridos y apeló a la unidad y renovación en la celebración, cerrando con un llamado a vivir la Semana Santa con pasión.
Con un Auditorio abarrotado y una emoción latente en cada rincón, Juan Ignacio Cantero de Julián pronunció anoche el Pregón de la Semana Santa de Cuenca 2025, una exaltación vibrante de la fe, la tradición, la historia y el alma nazarena conquense que dejó sin aliento al público asistente.
Bajo un tono poético, profundo y comprometido, Cantero convirtió su discurso en una auténtica declaración de amor a Cuenca y a su Semana Santa, proclamándola “mi patria”, “mi vida”, “mi origen y mi destino”. Con palabras cargadas de simbolismo, no solo evocó los sonidos, olores y emociones de la Pasión conquense, sino que también rindió homenaje a los que ya no están y que siguen “procesionando desde el cielo”.
El pregonero comenzó con un sentido poema titulado “A ti”, dedicado a Cuenca, a su gente, y a su Semana Santa, donde se entrelazan la emoción personal y el fervor colectivo. Siguió una oración-credo de fuerte carga simbólica, elevando la Semana Santa de Cuenca a dogma de fe y describiendo su historia como una resurrección permanente.
Uno de los momentos más emotivos del acto fue su tributo a su padre, su abuelo y a su madre Carmen —“tan bonica, tan buena, tan leal”—, figuras clave en su educación sentimental y nazarena. “Me diste tu horquilla, tu pasión y tu legado. A cambio te doy mi visión, mi luz y mi pregón”, proclamó, visiblemente emocionado.
Cantero apeló a la infancia, a la pasión heredada, al fervor que se siente antes que se comprende. “Yo quería ser nazareno”, confesó, destacando cómo la Semana Santa “no se descifra, se siente”.
A través de un recorrido por cada uno de los días de la Semana de Pasión, el pregonero hizo sentir a los asistentes el peso del banzo, el sonido del clarín, el temblor de la madrugá y la alegría de la Resurrección. “Es en Cuenca donde Cristo elige morir cada año y resucitar eternamente”, afirmó.
No faltaron las reflexiones más combativas, en defensa de una Semana Santa auténtica, popular, vivida “con los pies en el adoquín y el alma en el cielo”, ni la reivindicación de su carácter inquebrantable frente a las modas y los desafíos modernos. “Semana Santa en Cuenca, a pesar de todo y de todos”, sentenció.
Finalmente, pidió paso a los jóvenes, a las nuevas ideas, a la renovación en la tradición, e hizo un llamamiento a la unidad: “Si no es de todos, no será de nadie”.
Con un “Gracias y mucha Semana Santa”, cerró un pregón que ya se ha ganado un lugar en la historia de la ciudad. Juan Ignacio Cantero no solo abrió la Semana Santa de 2025: abrió también el alma de Cuenca y la entregó, como un cirio encendido, al corazón de todos los conquenses.
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