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Apertura tras su restauración de la Capilla de San Julián del Arcipreste Barba
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Apertura tras su restauración de la Capilla de San Julián del Arcipreste Barba

La inédita pintura sobre tabla de 1567 con la imagen de San Julián vestido de Pontifical, que fue descubierta el año pasado, ha sido colocada, tras su restauración, en el retablo de la Capilla del Arcipreste Barba

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
martes 28 de enero de 2020, 13:07h

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Cuando se celebró la Fiesta de san Julián el año pasado el Cabildo Catedralicio hizo público el hallazgo de una pintura sobre tabla del siglo XVI en el retablo de la Capilla del Arcipreste Antonio Barba en la basílica conquense. Tras su restauración a lo largo del año 2019 en el taller de Mari Luz Vaíllo y bajo la dirección de Luis Priego, ha regresado a su Capilla que también ha sido restaurada, y que a partir de hoy ya puede admirarse abierta y en todo su esplendor original.

La Capilla fue construida y dedicada a San Julián por el Arcipreste de Cuenca y Canónigo de la Catedral, D. Antonio Barba el año 1569 y se encuentra junto a la Capilla Vieja de San Julián. Posee una espléndida portada renacentista del arquitecto Andrés de Vandelvira de 1568 y una fantástica reja de Hernando de Arenas fechada también en ese año. En su interior el Arcipreste la dotó con un retablo renacentista también de ese mismo año pero que en 1795 se transformó, al gusto de la época, en un retablo barroco. Su parte central hasta ahora albergaba un lienzo de San Julián recibiendo la palma de manos de la Virgen, copia del siglo XVIII del de Andrés de Vargas de la Capilla de la Virgen del Sagrario.

Fue el año pasado cuando, al desclavar este lienzo que iba a ser restaurado gracias al Club de ‘Amigos de la Catedral’, se halló bajo él la tabla del siglo XVI en la que se encontraba la inconfundible imagen de San Julián vestido de Pontifical, tabla que pertenece al retablo original renacentista y que desde 1795 había quedado oculta por este lienzo.

Una vez descubierta la tabla original que ocupaba toda la parte central de este retablo se observó que se había pintado sobre ella un marco blanco en el que se había claveteado el lienzo del siglo XVIII pero que la obra original se encontraba en toda su integridad, eso sí, con manchas de gotas de pintura, ligeras pérdidas, polvo y humos. Inmediatamente se decidió gracias a las aportaciones de los ‘Amigos de la Catedral’ su restauración, que ha sido llevada a lo largo de todo este año pasado.

La tabla restaurada San Julián vestido de Pontifical, es una obra que, a falta de estudios documentales más precisos, podemos fechar en 1567, época en la que este retablo ya se encuentra instalado en la Capilla. Obra inédita pero de la que Antonio Ponz, en su ‘Viage de España’, ya daba cuenta de haber visto. El académico visitó la Catedral de Cuenca antes de 1772 y al describir esta Capilla, antes de su transformación decía: “En otra capilla inmediata (a la capilla Vieja de San Julián) se ve una pintura en tabla, aún más antigua que la antecedente; pero que tiene expresión, y dignidad, y es San Julián sentado en trage episcopal. Es muy bella la arquitectura de este altar con dos columnas corintias, y su cornisamento”.

El Archivero Capitular Antonio Chacón, a su vez, investigó sobre dos noticias acerca de esta Capilla y sus avatares. La primera de ellas en el Libro de Visitas de 1567 con fecha de 1 de septiembre donde se describe así el altar original: “ay un altar nuevo y muy bueno, de pincel muy bien guarnecido en la pintura del señor San Julián, que está arrimado al dicho altar a la pared, y debaxo del altar unos cajones de noguera que sirven de alar y de tener los ornamentos… con aldabones y cerraduras”. Este interesante dato nos ha permitido fechar la pintura, por tanto, en 1567. El otro de los interesantes datos obtenidos por el Archivero es del Libro Inventario de 1793 donde se describe exactamente como se remoza la capilla. Incluso allí se especifica que “se clava el lienzo de San Julián con tachuelas al cuadro antiguo” al tiempo que se dan cuenta de los trabajos de la nueva decoración del retablo del XVI al nuevo gusto de la época que hacen los artesanos Pascual López y Antonio Malloli.

Así la Catedral y el patrimonio conquense están de enhorabuena al haber recuperado una obra de gran formato, (1,88 x 1,60 m), del siglo XVI, y que ha regresado ya a su lugar original tras la restauración también de la capilla y su retablo, y que desde hoy se abre a los visitantes en su pureza original.

En la obra San Julián vestido de Pontifical puede apreciarse al segundo Obispo de Cuenca, en actitud sedente, enmarcado por una extraordinaria arquitectura renacentista, en la que observamos además el pequeño escudo del Arcipreste Barba incorporado a ella. Vestido con capa pluvial, mitra y báculo, San Julián bendice con su mano derecha en la que encontramos dos anillos, y con la izquierda, con otros dos anillos, sustenta el báculo del que pende en su nudo superior un ‘panniculus’ o sudario liviano de tejido transparente bordado, que cae hasta la mano que empuña el báculo y vuelve a caer nuevamente hasta su pierna. La mitra, ricamente adornada, muestra dos medallones con las figuras de dos Evangelistas, puede apreciarse claramente a San Lucas y a San Mateo. La capa pluvial, adornada a la manera del XVI, muestra en su hombro derecho la imagen de Santa Lucía, y a la izquierda la de Santa Catalina y San Antonio de Padua, y esta decorada con un rico brocado. Pueden apreciarse asimismo los típicos cestos de mimbre, como se acostumbra en la iconografía de este santo, a su derecha dos cestos ya acabados sobre un mueble renacentista y a su izquierda en el suelo, mimbres y un cesto en su proceso de fabricación.

A falta de mayores precisiones documentales podemos afirmar que nos encontramos ante una extraordinaria pintura del renacimiento conquense y quizá muy próxima al taller de los Gómez. La presencia de Gonzalo Gómez, hijo de Martín Gómez, está contrastada en Cuenca desde 1561 hasta 1580, y concretamente en 1561 es cuando trabaja en la pintura de las puertas del Retablo Mayor de la Catedral y en 1567 trabajaba en la misma reja de la Capilla, obra de Hernando de Arenas, dorándola y policromándola, por lo que a falta de mayores precisiones podemos situarla muy próxima a él o quizá incluso atribuírsela.

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